miércoles, 9 de noviembre de 2011

El rico insensato



 “Entonces les contó esta parábola: —El terreno de un hombre rico le produjo una buena cosecha. Así que se puso a pensar: “¿Qué voy a hacer? No tengo dónde almacenar mi cosecha.” Por fin dijo: “Ya sé lo que voy a hacer: derribaré mis graneros y construiré otros más grandes, donde pueda almacenar todo mi grano y mis bienes. Y diré: Alma mía, ya tienes bastantes cosas buenas guardadas para muchos años. Descansa, come, bebe y goza de la vida.” Pero Dios le dijo: “¡Necio! Esta misma noche te van a reclamar la vida. ¿Y quién se quedará con lo que has acumulado?” »Así le sucede al que acumula riquezas para sí mismo, en vez de ser rico delante de Dios.” (Lucas 12.16–21, NVI)

Este pasaje está introducido por una disputa entre dos hermanos sobre una herencia, en la cual Jesús no acepta tomar partido (Lc. 12:13–14). Sabe que el que pide su intervención no busca justicia, sino que quiere salirse con la suya. ¡A Jesús no le interesaba promover el traslado de propiedad de un codicioso a otro! El v. 15 deja claro que Jesús cuenta la parábola para advertir a la gente de la “avaricia”, porque la vida de una persona no consiste en la abundancia de sus posesiones. Esta observación refuta el argumento que establece que el personaje de la parábola es condenado simplemente por ser rico. Las últimas palabras del relato además nos recuerdan que el protagonista hacía para sí tesoro pero no era “rico para con Dios” (12:21). Para los que desligan la parábola (12:16–20) de su marco interpretativo (12:13–15, 21), queda todavía la repetición seis veces del pronombre de primera persona singular “yo”. El rico manifiesta un tenaz enfoque egocéntrico y una acumulación no mitigada de bienes, sin pensar en nadie más.

Así que, es claro que no es condenado sólo por ser rico. No obstante, es importante que los cristianos de hoy se pregunten a sí mismos cuántos bienes, propiedades o inversiones acumulan sin pensar en los necesitados de nuestro mundo. Si los paralelos con el varón de la parábola resultan demasiado estrechos, se supone que Jesús diría que las declaraciones de fe de tales cristianos son vacías.

Blomberg, C. L. (1999). Las posesiones materiales en la enseñanza de Jesús según los Evangelios Sinópticos. In G. Williams (Ed.), Kairós 24: Enero-Junio 1999 (G. Williams, Ed.) (11–12). Guatemala: Revista del Seminario Teológico Centroamericano.

En Jesús de Nazareth: nuestros Corazones, nuestras Mentes y nuestras Puertas, están abiertos para Dios, están abiertos a la Vida y están abiertos para Ti.