jueves, 27 de febrero de 2014

El Debate Sobre la Confraternidad

Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores.
Marcos 2.7

En el relato de Marcos sobre este segundo debate, la expresión 'con los publicanos y los pecadores' se menciona tres veces. Los publicanos eran los cobradores de impuestos, personas despreciadas y hasta odiadas (por lo menos por la población judía local en Galilea), en primer lugar porque los impuestos recaudados iban a las arcas de Herodes Antipas; segundo, porque el oficio los ponía en contacto directo con los gentiles; y tercero, porque tenían la costumbre de exigir cuanto pudieran de sus víctimas.

El término 'pecadores' en este contexto no se refiere solamente a los que eran desobedientes a la ley moral de Dios (como lo somos todos nosotros) sino a aquellos que, sea por ignorancia o con intención, no estaban viviendo de acuerdo con la tradición de los escribas. Ambos grupos eran rechazados por la gente respetable, que no le daba  hospitalidad ni la aceptaba de ellos porque temían quedar ceremonialmente contaminados. Pero Jesús confraternizaba libremente y de manera intencional, sin albergar esos temores. Llamó a Leví Mateo (un cobrador de impuestos) a seguirlo y aceptó su invitación a comer en su casa, junto con muchos otros cobradores de impuestos y 'pecadores'.

Cuando los maestros de la ley objetaron, Jesús respondió citando un proverbio en el que se comparó a sí mismo con un médico cuyo ministerio no estaba orientado a los sanos sino a los enfermos, de modo que era inevitable que lo encontraran entre aquellos que lo necesitaban. Cuando dijo que venía a llamar al arrepentimiento no a los justos sino a los pecadores, no estaba diciendo que algunas personas son tan justas que no necesitan de la salvación sino que algunas personas piensan que lo son. Cuando dijo 'justos' aquí, se refería a los que se 'justifican a sí mismos'. De la misma manera que no vamos al médico a menos que estemos enfermos y lo admitamos, tampoco nos acercamos a Cristo a menos que seamos pecadores y lo admitamos. Nada impide tanto el ingreso al reino de Dios como el orgullo y la autosuficiencia.


Para seguir leyendo: Marcos 2.13-17
Tomado de Toda la Biblia en un Año  de John Stott

En Jesús de Nazareth: nuestros Corazones, nuestras Mentes y nuestras Puertas, están abiertos para Dios, están abiertos a la Vida y están abiertos para Ti.