Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.
Mateo 6.9-10
El Padre Nuestro contiene seis peticiones. Las tres primeras se relacionan con la gloria de Dios (su nombre, su reino, y su voluntad), en tanto que las tres siguientes se relacionan con nosotros y nuestras necesidades (de alimento cotidiano, de perdón y de liberación). Reconocemos una prioridad similar en los Diez Mandamientos, donde los cinco primeros se aplican a la obligación hacia Dios y los cinco que siguen a nuestra obligación hacia el prójimo.
Hoy dedicaremos nuestra atención a la gloria de Dios en relación con su nombre, su reino, y su voluntad. Un nombre representa a su portador, a su naturaleza, su carácter, y su actividad. El 'nombre' de Dios es Dios mismo tal como se ha revelado. Su nombre es santo porque está por encima de todo otro nombre. Sin embargo oramos pidiendo que sea exaltado, es decir, que se le dé el honor que le corresponde en nuestra vida, en la iglesia, y en el mundo.
El reino de Dios es un reino soberano, no tanto en cuanto a su condición de soberanía absoluta sobre la creación y la historia, sino en cuanto a que irrumpió en el mundo en Jesús. Orar para que venga su reino es a la vez pedir que crezca, a medida que por el testimonio de la iglesia las personas se someten a Jesús, y que se consuma en su plenitud cuando él regrese en gloria.
Dado que la voluntad de el Señor es la voluntad de aquel que es perfecto en conocimiento, en amor y en poder, es necesario resistirla, en tanto que es sabio discernirla, desearla y cumplirla. Necesitamos orar que la voluntad de Dios se haga en la Tierra como se hace en el cielo.
Es comparativamente fácil repetir las palabras del Padre Nuestro como loro, recitarlas como una 'cotorra' pagana. En cambio, orarlas con sinceridad tiene consecuencias revolucionarias. Nuestro nombre pequeño, nuestro gobierno y nuestra voluntad particular dejan de ser nuestra prioridad, para darle ese lugar al avance del nombre, el reino y la voluntad de Dios. Saber si podemos orar estas peticiones con honestidad es una aguda prueba de la autenticidad y la profundidad de nuestra profesión de fe cristiana.
Para seguir leyendo: Efesios 1.3-14
Tomado de Toda la Biblia en un Año de John Stott