¿Quién decís que soy yo? Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.
Mateo 16.15-16
Jesús no quería que la gente conociera la realidad de su mesianismo hasta tanto estuvieran preparados para comprender su índole. Es lo que se ha llamado 'el secreto mesiánico'. Pero ahora llegamos a la importante ocasión en la que Pedro, por primera vez, hizo una confesión explícita de Jesús como Mesías y luego llegó a comprender -no sin antes protestar- la necesidad de la cruz. Fue el punto crucial en el ministerio de Jesús.
Jesús llevo a los discípulos consigo muy al norte, a la aldea de Cesárea de Filipo, en las laderas del monte Hermón y cerca de las fuentes del río Jordán. Aquí, en la privacidad y soledad de ese ámbito, les hizo dos preguntas. La primera de ellas se refiere a la opinión pública, y ellos respondieron que la gente pensaba que él era Juan el bautista, o Elías, o Jeremías o algún otro profeta. En la segunda de sus preguntas quería saber quién pensaban ellos que era él. Simón Pedro, líder y vocero de los doce, soltó bruscamente: 'Tú eres el Cristo'. Según el relato de Mateo, Pedro agregó: 'el Hijo del Dios viviente', aunque probablemente usando el título en sus sentido mesiánico limitado. Entonces, apenas había dado Pedro testimonio sobre Jesús, Jesús dio testimonio sobre Pedro.
Primero dijo que Pedro había llegado a esa convicción no por el razonamiento humano sino por la revelación del Padre.
Segundo, que Pedro era en un sentido la roca sobre la cual el Mesías construiría una comunidad que perduraría para siempre. Este, por supuesto, es un versículo controversial. Pero al definir nuestra comprensión del mismo, será sabio recordar que a lo largo del Nuevo Testamento la roca sobre la cual se edifica la iglesia es Cristo mismo, y que la mayoría de los primeros Padres de la iglesia enseñaron que la roca en este caso se refiere a la fe que profesó Pedro, y no a Pedro profesando su fe.
Tercero, Pedro recibió las llaves del reino, las que más tarde usaría -hablando en sentido histórico- para dar ingreso en el reino de Dios primero a los judíos, luego a los samaritanos y, más tarde, a los gentiles.
Un detalle más: apenas Pedro hizo su confesión de fe '[Jesús] les mandó que no dijesen esto de él a ninguno' (Marcos 8.30). Mañana veremos que esta fue la última vez que Jesús dio esta orden de silencio, y sabremos por qué.
Para seguir leyendo: Mateo 16.13-20
Tomado de Toda la Biblia en un Año de John Stott