lunes, 24 de febrero de 2014

La Declaración del Rescate

El Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.
Marcos 10.45

Marcos registra tres ocasiones diferentes en las que Jesús predijo su sufrimiento y su muerte. Esta es la tercera de ellas. Es de especial importancia porque contiene la interpretación del propio Señor sobre la cruz; es razonable pensar que , si alguien entendía el significado de su muerte, era él.

Para comenzar, enfatiza que su muerte será voluntaria. Antes la había descripto en sentido pasivo, esto es, que sería traicionado, rechazado y muerto. Ahora, en cambio, dice que el Hijo del Hombre no vino para ser servido sino para servir y para entregarse. En otras palabras, no vino en primer lugar para vivir su vida sino para darla, como culminación de una vida de servicio.

En especial, continuó Jesús, 'se dio a sí mismo en rescate por muchos', más tarde Pablo lo ha interpretado en el sentido de 'por todos' (1 Timoteo 2.6). ¿Qué podemos legítimamente deducir de la metáfora del rescate? Primero, indica la gravedad de nuestra situación. Se nos compara con esclavos o cautivos del pecado, incapaces de conseguir nuestra liberación. Segundo, indica el precio que se pagó por esta. Como escribió más tarde el apóstol Pedro, hemos sido redimidos no con plata ni con oro 'sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación' (1 Pedro 1.19). Sin duda, Pedro tiene en mente la Pascua. Así como los primogénitos israelitas fueron salvados de la muerte mediante un cordero sustituto, de la misma manera Cristo murió como rescate en nuestro lugar. Tercero, se implica que, habiendo sido comprados por Cristo, ahora le pertenecemos a él. Como lo escribió Pablo a Tito: Jesucristo 'se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio' (Tito 2.14). Somos completamente de él, para esta vida y por la eternidad.

Para seguir leyendo: Apocalipsis 5.6-10
Tomado de Toda la Biblia en un Año  de John Stott

En Jesús de Nazareth: nuestros Corazones, nuestras Mentes y nuestras Puertas, están abiertos para Dios, están abiertos a la Vida y están abiertos para Ti.