Hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte hasta que hayan visto el reino de Dios venido con poder.
Marcos 9.1
Los que escribieron los evangelios parecen haber entendido esta promesa de Jesús como si se refiriera a su transfiguración, ya que de inmediato pasan a describirla. Pero ¿cómo debemos interpretarla nosotros? Podemos mencionar cuatro aspectos.
En primer lugar, se trataba de una confirmación. Jesús había producido un impacto sobre Los Doce al predecir sus sufrimientos. Pero ahora les da un atisbo de su gloria a fin de asegurarles que el Mesí
as entraría en su gloria por medio del sufrimiento.
En segundo lugar se trataba de cumplimiento. Por supuesto, es de enorme valor que Moisés y Elías hubieran aparecido con ellos y, según Lucas, hubiera hablado con Jesús acerca de su 'éxodo', es decir, su muerte. Estas dos personas eran representativas de la ley y los profetas. Sin embargo, pronto desaparecieron. Ahora que habían llegado a la realidad, las sombras podían desvanecerse. Además la voz celestial se refirió a Jesús combinando tres frases del Antiguo Testamento: 'Mi hijo eres tú' (Salmo 2.7), 'En quien mi alma tiene contentamiento' (Isaías 42.1), 'a él oiréis' (Deuteronomio 18.15). De esta manera Jesús fue aclamado en sus tres oficios de Profeta, Sacerdote y Rey: el Rey que gobernaría sobre las naciones, el Sacerdote siervo que se ofrecería a sí mismo en sacrificio por el pecado, y el Profeta que completaría la revelación de Dios.
En tercer lugar, se trataba de una anticipación. Según Marcos 9.9, Jesús ordenó a Pedro, a Santiago y a Juan que no dijeran nada a nadie sobre lo que habían visto hasta después de su resurrección. Esto no era un retorno al secreto mesiánico, sino un reconocimiento de que nadie hubiera entendido la transfiguración de Jesús hasta después de su resurrección. Su cuerpo transfigurado era, de hecho, una anticipación de su cuerpo de resurrección.
En cuarto lugar, se trataba de una tentación. En esto hay algo de especulación. Pero si el cuerpo de Cristo transfigurado era su cuerpo de resurrección, presumiblemente hubiera podido dar un paso directo hacia la gloria sin necesidad de morir. Pero no lo hizo. Una vez más resistió la tentación de evitar la cruz. Deliberadamente regresó a esta vida con el fin de morir por nuestros pecados.
Para seguir leyendo: 2 Pedro 1.16-18
Tomado de Toda la Biblia en un Año de John Stott