El que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que de vosotros quiera ser el primero, será siervo de todos.
Marcos 10.43-44
Cuando Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, se presentaron ante Jesús, la antítesis era absoluta. Él había venido para darse y para servir; ellos querían recibir y gobernar. Hoy nos enfrentamos ante la misma opción.
Primero, está la opción entre la búsqueda personal y el sacrificio personal. Santiago y Juan le dijeron a Jesús: 'querríamos que nos hagas lo que pidiéremos' (v. 35). La petición que hicieron merecería estar incluida en Libro Guinness de récords como la peor oración jamás pronunciada. Sería difícil superar tan descarado egocentrismo. Imaginaron que se produciría un mezquino arrebato de los mejores asientos en el reino, de modo que juzgaron prudente hacer reserva anticipada del lugar. Su petición era un intento de someter la voluntad de Dios a la de ellos, mientras que la verdadera oración consiste en someter nuestra voluntad a la de Dios.
Segundo, tenemos la opción entre el poder y el servicio. Ellos le preguntaron a Jesús si en el reino podían sentarse uno a cada lado de él. ¿En qué esperaban estar sentados? ¿En el suelo? ¿En banquetas o en al
mohadones? No, seguramente imaginaban tronos. Venían de una familia de clase media, tenían sirvientes que cumplían sus deseos. Quizás los extrañaban y querían recuperar poder de mando. En el mundo, comentó Jesús, 'los que se tienen por gobernantes de las naciones las someten a su dominio ... Pero entre vosotros no debe ser así' (vv. 42-43, BLP). La nueva comunidad de Jesús está organizada alrededor de un principio diferente: el servicio, no el poder; la humildad, no la autoridad.
Tercero, tenemos la opción entre sufrimiento y seguridad. Al dejar el hogar y seguir a Jesús, Santiago y Juan se habían convertido en errantes. ¿Lamentarían haber dejado la comodidad de su hogar? En respuesta a la pregunta que les hizo Jesús, dijeron que serían capaces de compartir su copa y su bautismo porque pensaban que se refería a los placeres del banquete mesiánico, cuando en realidad él estaba aludiendo al sufrimiento y al camino de la cruz. Santiago y Juan ambicionaban el honor, el poder, la seguridad, en tanto que Jesús estaba ofreciendo sacrificio, servicio, sufrimiento. En sus dramáticas palabras: 'entre ustedes no debe ser así', Jesús expresó que hay dos comunidades claramente distintas en el mundo, con dos sistemas de valores muy diferentes. El símbolo de una es el trono, el de la otra es la cruz.
Para seguir leyendo: Marcos 10.35-45
Tomado de Toda la Biblia en un Año de John Stott