No todo el que me dice: Señor, Señor, Entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que esta en los cielos.
Mateo 7.21
Al concluir el Sermón del Monte, Jesús pone delante de nosotros la elección fundamental entre la obediencia y la desobediencia. Esto, por supuesto, no significa que podemos salvarnos por el mérito de nuestra obediencia, sino que, si realmente hemos sido salvados, lo mostraremos por ella.
En primer lugar, Jesús nos advierte contra el peligro de una mera profesión verbal. 'Señor' es el credo más temprano, más breve, y más simple de todos los credos cristianos. Pero si no se acompaña con la sumisión personal al Señorío de Jesús, resulta inútil. Hasta podría ocurrir que en el día final escuchemos las terribles palabras de Jesús: 'Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad' (v. 23).
En segundo lugar, Jesús nos advierte contra el peligro del mero conocimiento intelectual. Mientras que el contraste en los versículos 21-23 era entre decir y hacer, ahora el contraste es entre escuchar y hacer (vv. 24-27). Luego Jesús ilustra la enseñanza con su bien conocida parábola de los dos constructores. Presenta a un hombre sabio que construyó su casa sobre la roca y a otro necio que no se molestó por hacer cimientos y construyó su casa sobre la arena. Mientras ambos construían, un observador casual tal vez no podría advertir ninguna diferencia, porque la diferencia estaba en los cimientos, que es la parte de la construcción que no se ve. Sólo cuando se desató la tormenta y golpeó sobre ambas casas con gran ferocidad, entonces se manifestó la fatal diferencia. De la misma manera, los cristianos profesantes (tanto los genuinos como los espurios) se parecen entre sí. Ambos parecen estar construyendo una vida cristiana. Ambos escuchan la Palabra de Dios. Van a la iglesia, leen la Biblia, escuchan los sermones. Pero los cimientos profundos de su vida están ocultos. Sólo la tormenta de la adversidad en esta vida y la tormenta del juicio en el último día revelarán quien es cada uno.
El Sermón del Monte concluye con una nota solemne de elección radical. Sólo hay dos caminos (el estrecho y el ancho) y solo hay dos cimientos (la roca y la arena). ¿Por cuál de los caminos estamos yendo? ¿Sobre qué cimiento estamos construyendo?
Para seguir leyendo: Mateo 7.13-29
Tomado de Toda la Biblia en un Año de John Stott