jueves, 3 de julio de 2014

La Controversia Sobre la Carne Ofrecida a los Ídolos

En cuanto a lo sacrificado a los ídolos, sabemos que todos tenemos conocimiento. El conocimiento envanece, pero el amor edifica. 
1 Corintios 8.1

El texto que consideramos hoy nos zambulle en uno de los debates más ardientes que sacudió a la iglesia cristiana del siglo I. ¿Estaba permitido a los seguidores de Jesús comer carne que antes de ser vendida había sido usada en un sacrificio ritual pagano? ¿O era esto equivalente a un acto de idolatría?

Los rivales en esta controversia (de los que ya hemos hablado unos días atrás) eran los débiles y los fuertes. Por un lado, los que tenían una conciencia fuerte estaban teológicamente bien formados. Sabían que los ídolos no eran nada, de modo que no tenían escrúpulos en comer la carne. Pero les faltaba respeto hacia los débiles. Atropellaban la conciencia de otras personas. Ese conocimiento correcto debía ser moderado por el amor. Por otro lado, los que tenían una conciencia débil, tal vez recientemente convertidos de la idolatría, ansiaban servir a Dios con fidelidad. Na querían ni siquiera tocar carne ofrecida a los ídolos. Estaban acertados en su decisión de no tener nada que ver con los ídolos. Pero su teología era débil. El amor que sentían por el Señor necesitaba ser fortalecido con conocimiento sano. Los fuertes necesitaban más amabilidad, los débiles necesitaban más entendimiento.

La expresión clave es que 'el conocimiento envanece, pero el amor edifica' (v. 1). El conocimiento nos da libertad (vv. 4-8). Sabemos que hay un solo Dios, y nuestro monoteísmo nos da libertad de conciencia y de conducta. Pero algunas personas carecen de este conocimiento y por lo tanto no han alcanzado esa libertad. Por eso el amor pone límites a la libertad (vv. 9-13). Si alguien con una conciencia débil ve a otro cristiano comiendo con actitud desafiante carne consagrada a los ídolos, podría imitar su conducta y de esa manera lastimaría su conciencia.

Dos verdades permanentes se desprenden de esta antigua controversia. Primero, la conciencia merece respeto. La conciencia no es infalible. Necesita ser enseñada, pero no debe ser forzada. Nunca debemos ignorar la conciencia de las otras personas. Segundo, el amor pone límites a la libertad. Nuestra conciencia educada por la Palabra de Dios nos da una enorme libertad de acción. Sin embargo esto no nos autoriza a ejercer nuestra libertad a expensas de otras personas. El conocimiento da libertad, pero el amor le pone límites.

Para seguir leyendo: 1 Corintios 8.1-13
Tomado de Toda la Biblia en un Año  de John Stott.

En Jesús de Nazareth: nuestros Corazones, nuestras Mentes y nuestras Puertas, están abiertos para Dios, están abiertos a la Vida y están abiertos para Ti.