jueves, 22 de mayo de 2014

El Segundo Sermón de Pedro

Pedro, respondió al pueblo: … el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su hijo Jesús. 
Hechos… 12-13.

Asombrados por la sanidad del paralítico, de la que habían sido testigos, la multitud se reunió en uno de los atrios del templo. Pedro aprovechó la oportunidad para predicar. Así como el suceso de Pentecostés le había dado el texto del primer sermón, la sanidad del paralítico le dio las palabras para el segundo. Ambos eran hechos poderosos que exaltaban a Cristo. Ambos eran señales que lo proclamaban como Señor y Salvador. Ambos despertaron el entusiasmo de la multitud.

Pedro comenzó dando todo el crédito a Jesús. Luego declaró con manifiesta valentía que ellos (la gente) lo habían repudiado (al matarlo) pero que Dios lo había reivindicado al levantarlo de los muertos. Quizás el rasgo más notable del sermón de Pedro es su carácter cristocéntrico. Desvió la atención de la multitud tanto del paralítico sanado como de los apóstoles hacia el Cristo resucitado y exaltado. En su testimonio sobre Jesús le atribuyó una variedad de títulos significativos, comenzando por 'Jesucristo de Nazaret' (v.6) y continuando con 'siervo [de Dios]' (v. 13, BLP), 'Santo y… justo' (v. 14), 'Autor de la vida' ( v. 15), y 'profeta… como [Moisés] (v. 22). Entonces Pedro convocó a la multitud a arrepentirse para que pudieran recibir las bendiciones que vienen con el arrepentimiento, especialmente el perdón y la renovación que experimentamos, hasta que Cristo venga a consumar todas las cosas. Estas promesas cristocéntricas ya habían sido anticipadas en el Antiguo Testamento, y Pedro menciono algunas de ellas. Es impresionante que considere a las numerosas y variadas corrientes de profecía en el Antiguo Testamento como un testimonio integrado.

Este amplio testimonio de Jesús como alguien rechazado por los seres humanos pero reivindicado por Dios, como el cumplimiento de toda la profecía del antiguo testamento, quien reclama arrepentimiento y promete bendición, el autor y el dador de la vida (la salud física para el paralítico o la vida espiritual para todos aquellos que creen) despertó la indignación y el antagonismo de las autoridades. El diablo no soporta la exaltación de Jesucristo. Entonces movilizó al sanedrín para que persiguiera a los apóstoles.


Para seguir leyendo: Hechos 3.11-26
Tomado de Toda la Biblia en un Año  de John Stott.

En Jesús de Nazareth: nuestros Corazones, nuestras Mentes y nuestras Puertas, están abiertos para Dios, están abiertos a la Vida y están abiertos para Ti.