sábado, 24 de mayo de 2014

La Persecución Continúa

Y ellos [los apóstoles] salieron de la presencia del concilio, gozosos de haber sido tenidos por dignos de padecer afrenta por causa del nombre.
Hechos 5.41

Airados por el fracaso de su primer ataque contra los apóstoles, las autoridades resolvieron avanzar. Esta vez arrestaron si no a todos a casi todos los apóstoles, y los pusieron en la cárcel pública. Pero durante la noche un ángel los rescató y les dijo que predicaran el evangelio en los atrios del templo, cosa que hicieron. En su defensa los apóstoles estaban decididos a poner en alto a Cristo, a quien Dios había levantado de los muertos y exaltado. El concilio se enfurecí o con este franco testimonio sobre Jesús y estaba decidido a sentenciarlos a muerte.

En este momento sucedió que el fariseo Gamaliel, ampliamente respetado, hizo una intervención diplomática. Se refirió a dos rebeldes anteriores (cuyos detalles históricos son inciertos), Y aconsejó al concilio a dejar en paz a los apóstoles, ya que si su actividad era de origen humano sin duda fracasaría, mientras que si venía de Dios no podrían detenerla; en ese caso, el concilio estaría luchando en contra de Dios. No deberíamos, sin embargo, darle crédito a Gamaliel Y establecer en sus palabras un principio permanente, ya que al menos en el corto plazo el mal a veces triunfa, en tanto que el bien a veces fracasa.

El concilio aceptó el consejo de Gamaliel, hizo azotar a los apóstoles, repitió la orden de que no hablaran en el nombre de Jesús, y los soltó. La reacción de los apóstoles despierta nuestra admiración. Con la espalda cruelmente lacerada y sangrante, aún así salieron del sanedrín regocijándose de haber sido tenidos por dignos de padecer a afrenta por causa del Nombre (v. 41). Así completa Lucas su relato sobre las dos olas de persecución que se abatieron sobre la iglesia en sus comienzos. En su primer ataque el concilio emitió una prohibición y una advertencia, lo cual motivó a los apóstoles a orar pidiendo valentía para continuar su prédica. En el segundo ataque, el concilio repitió la prohibición y los azotó, lo cual los movilizó a alabar a Dios por haberles concedido el honor de parecer por Cristo.

El diablo no ha renunciado jamás a su intento de destruir a la iglesia por la fuerza. Todavía hoy en muchas culturas se los persigue. Pero no debemos sentirnos afligidos en cuanto a su supervivencia. Como escribió Tertuliano en su apología: 'Mátennos, tortúrennos, condénnenos, redúzcannos al polvo…. Cuanto más nos cercenan, más crecemos; la semilla es la sangre de los cristianos.

Para seguir leyendo: Juan 12.20-26
Tomado de Toda la Biblia en un Año  de John Stott.


En Jesús de Nazareth: nuestros Corazones, nuestras Mentes y nuestras Puertas, están abiertos para Dios, están abiertos a la Vida y están abiertos para Ti.