viernes, 9 de mayo de 2014

La Muerte de Jesús

Dios lo entregó conforme a un plan proyectado y conocido de antemano, y vosotros ... lo matasteis.
Hechos 2.23, BLP

En el primer sermón cristiano jamás predicado, Pedro pasó directamente de la vida a la muerte de Jesús. El contraste es muy marcado: 'a este', a quien Dios había confirmado mediante milagros, lo habían sentenciado a muerte. Lo más notable es la manera en que Pedro atribuyó la responsabilidad por la muerte de Jesús. Por un lado, Jesús había sido 'entregado' a ellos no por Judas (aunque es el mismo verbo que en los Evangelios se aplica a la traición de Judas) sino que 'Dios lo entregó conforme a un plan proyectado y conocido de antemano' (BLP). Por otro lado, lo habían ejecutado clavándolo a la cruz 'valiéndose de no creyentes' (v. 23, BLP) (probablemente los romanos). Pedro atribuyó el mismo acontecimiento, es decir la muerte de Jesús por la crucifixión, simultáneamente al propósito de Dios y a la maldad de los seres humanos.

Todavía no vemos aquí una doctrina de la expiación plenamente elaborada; era demasiado pronto para eso. Sin embargo, ya han empezado a aparecer indicadores importantes, debido sin duda a la enseñanza de Jesús pudo haberles dado a los apóstoles acerca de su muerte, después de su resurrección. En primer lugar, Pedro ya había comprendido que de alguna manera por medio de la muerte de Jesús se estaba cumpliendo el propósito salvador de Dios. En segundo lugar, el apóstol también había comenzado a entender que el mal humano y la providencia divina no son incompatibles. Dios avanza sus propósitos aún por medio de la maldad de los hombres.

En tercer lugar, Pedro dice 'matasteis [a Jesús]... crucificándole' (v.23). Pero poco después, en su segundo discurso, él describirá la muerte de Jesús no en términos de ser clavado a la cruz sino colgado de un madero. (Hechos 5.30). Y esa será una afirmación profundamente teológica, porque señala que en su muerte Jesús cargó en nuestro lugar la maldición de haber quebrantado la ley. Como escribió Pablo más adelante: 'Cristo nos redimió de la maldición de la ley [es decir, del juicio que la ley impone sobre quienes la quebrantan], hecho por nosotros maldición' (Gálatas 3.13) Los apóstoles Pedro y Pablo tienen la misma mirada de la cruz como un madero, el lugar de una maldición.

Para seguir leyendo: Gálatas 3.10-14
Tomado de Toda la Biblia en un Año  de John Stott

En Jesús de Nazareth: nuestros Corazones, nuestras Mentes y nuestras Puertas, están abiertos para Dios, están abiertos a la Vida y están abiertos para Ti.