martes, 20 de mayo de 2014

Señales de una Iglesia Viva

Comían juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo.
Hechos 2.46-47

Espero que ninguno de mis lectores pertenezca a esa especie grotescamente anómala, de cristianos sin iglesia, ¡porque el nuevo testamento desconoce por completo semejante monstruosidad! Por el contrario, no sólo estamos comprometidos con Cristo sino con el cuerpo de Cristo. Más aún, no somos nada sin el otro. De hecho, Cristo murió por nosotros no sólo para redimirnos del pecado sino para purificar para sí un pueblo entusiasta por las buenas obras (Tito 2.14).

Al repasar las cuatro características de una iglesia viva que destacó Lucas, queda claro que definían las relaciones de los primeros cristianos. Primero, estaban relacionados con los apóstoles. Se dedicaban a recibir la enseñanza de los apóstoles. Se sentaban a los pies de ellos y se sometían a su autoridad. Una iglesia viva es una iglesia apostólica, comprometida a creer y a obedecer la enseñanza de los apóstoles. Segundo, estaban relacionados unos con otros. Se comprometían en la comunión fraternal. Se amaban unos a otros. Una iglesia viva es una iglesia que se interesa por sus miembros. Tercero, estaban relacionados con Dios. Adoraban a Dios en el partimiento del pan y en las oraciones, tanto de manera formal como informal, con gozo y también con reverencia. Una iglesia viva es una que adora. Cuarto, estaban relacionados con el mundo. Se expresaban en el testimonio y en la misión. Una iglesia viva es una iglesia que evangeliza.

Hace unos años, en un país latinoamericano, me presentaron a un grupo de estudiantes cristianos que habían abandonado la iglesia. Se llamaban así mismos 'Cristianos descolgados'. Habían visitado todas las iglesias en la ciudad sin encontrar lo que buscaban. ¿Que buscaban? Para mi asombro, aunque desconocían la descripción de Lucas, estaban buscando una iglesia que tuviera precisamente esas cuatro características. Deseaban una iglesia donde: 1) se enseñara la Biblia; 2) hubiera comunión amorosa, cuidado mutuo; 3) hubiera adoración sincera y humilde; 4) hubiera una actitud de acercamiento compasivo hacia el mundo.

No necesitamos esperar que venga el Espíritu Santo. Ya vino el día de Pentecostés, y nunca se fue de la iglesia. Pero debemos humillarnos delante de él y buscar su plenitud, su guía, su poder. Entonces nuestras iglesias por lo menos se aproximarán al hermoso ideal de Lucas en cuanto a la enseñanza apostólica, la comunión amorosa, la adoración viva, y el evangelismo constante hacia el mundo.

Para seguir leyendo: Hechos 2.37-47
Tomado de Toda la Biblia en un Año  de John Stott.

En Jesús de Nazareth: nuestros Corazones, nuestras Mentes y nuestras Puertas, están abiertos para Dios, están abiertos a la Vida y están abiertos para Ti.