martes, 3 de junio de 2014

La Conversión de Cornelio

También a los gentiles ha dado Dios arrepentimiento para vida.
Hechos 11.18

No es fácil comprender el infranqueable golfo que en aquellos días se extendía entre judíos y gentiles. Ningún judío ortodoxo hubiera entrado jamás a la casa de un gentil, mucho menos se hubiera sentado a la mesa con él. Vimos en Hechos 8 que Dios impidió que se produjera un cisma en la iglesia entre judíos y samaritanos. ¿Cómo evitaría ahora el cima entre judíos y gentiles?

La historia se relata dos veces en Hechos: primero lo hace Lucas en el capítulo 10, y luego lo hace Pedro en el capítulo 11. Seguiremos el segundo relato. Se ha dicho con razón que el tema principal de hechos 10 y 11 no es la conversión de Cornelio sino la de Pedro (conversión de su prejuicio racial). Él informó a la iglesia en Jerusalén lo que había ocurrido. Fueron necesarios cuatro sucesivos fuertes golpes de revelación de Dios para que Pedro se convenciera de no llamar inmundo a nadie (10.28).

El primer martillazo fue la visión divina de una sábana que descendía desde el cielo cargada de animales limpios e impuros, reptiles y aves, mientras se oía la voz de Dios diciéndole a Pedro que matara y comiera. El segundo martillazo fue la orden divina de que acompañara a tres hombres la preparación divina, concretamente que un ángel le había dicho a Cornelio que mandara a buscar a Pedro. Es decir que el Señor estaba en acción en ambos extremos, obrando tanto en Cornelio como en Pedro, arreglando intencionalmente el encuentro mediante visiones separadas, independientes, y apropiadas que dio a cada uno de ellos en días sucesivos. El cuarto y último impacto fue el de la acción divina. Mientras Pedro todavía estaba hablando, el Espíritu Santo vino sobre los gentiles que lo escuchaban. Se ha hablado con frecuencia de este acontecimiento como el Pentecostés gentil, equivalente al Pentecostés judío que había tenido lugar en Jerusalén.

que venían a buscarlo, enviados por cornelio, y que fuera con ellos sin vacilar ni discriminar, aunque fueran gentiles. El tercer impacto fue

Estos cuatro golpes de revelación apuntaban hábilmente al prejuicio racial de Pedro. En conjunto demostraban de manera concluyente que Dios daba la bienvenida a los creyentes gentiles en su familia, en las mismas condiciones que los judíos creyentes. La deducción correcta se hizo de inmediato: ya que el Señor les había dado el mismo don del Espíritu a gentiles y a judíos, la Iglesia también debía darles la misma bienvenida. Si Dios les había dado el bautismo del Espíritu, la Iglesia no debía negarles el bautismo del agua. 'Dios no hace acepción de personas' (10.34).

Para seguir leyendo: Hechos 9.19-30
Tomado de Toda la Biblia en un Año  de John Stott.

En Jesús de Nazareth: nuestros Corazones, nuestras Mentes y nuestras Puertas, están abiertos para Dios, están abiertos a la Vida y están abiertos para Ti.