lunes, 23 de junio de 2014

Metáforas del Ministerio

Vosotros sois testigos, y Dios también, de cuán santa, justa e irreprensiblemente nos comportamos con vosotros los creyentes.
1 Tesalonicenses 2.10

La furtiva partida nocturna de Pablo desde Tesalónica y su imposibilidad de regresar despertaron mucha crítica y consideró necesario defenderse, algo que hizo mediante una serie de magníficas metáforas.

Primero habló sobre la fidelidad de un mayordomo: 'Fuimos aprobados por Dios para que se nos confiase el evangelio' (v. 4). Es verdad que la palabra 'mayordomo' o 'administrador' no aparece en el texto, pero el concepto está implícito, ya que a Pablo se le había confiado el evangelio.

Segundo, 'fuimos tiernos entre vosotros, como la nodriza que cuida con ternura a sus propios hijos' (v. 7, cursivas agregadas). Sí, y no solamente tiernos sino afectuosos y sacrificados. Es maravilloso que Pablo, tipo duro en su carácter y en su argumentación, se hubiera referido a su ministerio con estos calificativos femeninos.

Tercero, 'Tratamos a cada uno ... como un padre trata a sus hijos' (v. 11, BLP, cursivas agregadas). El apóstol parece pensar en el papel educativo del padre, que enseña tanto por la palabra como por el ejemplo.

Cuarto, Pablo menciona la valentía del heraldo. El término proclamar (keryssó) es el más común en el Nuevo Testamento en referencia a la predicación: 'para no ser gravosas a nadie, mientras os anunciábamos el mensaje evangélico de Dios', escribe Pablo (v. 9, BLP).

La fidelidad del mayordomo, la ternura de una madre, el estímulo de un padre y la valentía de un heraldo. De estas cuatro metáforas del ministerio aprendemos cuáles son las dos principales responsabilidades de quienes son llamados al ministerio pastoral. Lo primera es nuestra responsabilidad con la Palabra de Dios, de la que somos mayordomos que la protegen y heraldos que la proclaman. La segunda de nuestras responsabilidades es hacia el pueblo de Dios, de quienes somos madre y padre tanto para amarlos como para alentarlos. Podríamos decir que las dos características principales de los líderes pastorales deben ser la verdad y el amor, combinadas entre sí. ¿Es esto posible? Solo lo es cuando el Espíritu Santo vive en nosotros, porque él es el Espíritu de la verdad, y el primer fruto del Espíritu es el amor.

Para seguir leyendo: 1 Tesalonicenses 2.1-13
Tomado de Toda la Biblia en un Año  de John Stott.


En Jesús de Nazareth: nuestros Corazones, nuestras Mentes y nuestras Puertas, están abiertos para Dios, están abiertos a la Vida y están abiertos para Ti.